Participan todos los países que voluntariamente lo
demanden, 72 en esta edición. Algunas regiones, como en España,
solicitan también ser evaluadas por sí mismas, como si fueran un país.
Se examina a alumnos de 15 años, independientemente del curso en el que
se hallen, de ciencias, matemáticas, lengua y –novedad este año–
resolución de problemas en equipo y conocimientos financieros.
Con los resultados, la OCDE realiza una clasificación de países según
su rendimiento educativo (aunque ni siquiera es puramente educativo,
como se verá). La organización sostiene que en un mundo globalizado las
naciones deben compararse entre sí para prosperar.
En cuanto a resultados, España suele estar en la segunda categoría de países.
En la última edición sacó 490 puntos de media entre las tres categorías
examinadas, diez puntos por debajo del estándar de la OCDE. Una diferencia nimia a nivel estadístico, pero que sirve para generar grandes titulares.
En las últimas diez ediciones los resultados españoles
apenas han variado. A nivel mundial, en las últimas ediciones el examen
ha pasado de tener como referencia el elitista modelo finlandés a los
del sureste asiático (Singapur, Hong Kong y Corea del Sur).
Este año, más de medio millón de estudiantes de todo el mundo han
realizado el test de dos horas de duración. Los alumnos complementan el
examen con un formulario que incluye sus circunstancias personales
(nivel socioeconómico y cultural, la escuela a la que acude, entorno,
motivación, etc.). También el director del centro rellena una instancia
detallando cómo es el colegio, sus alumnos, profesores y qué políticas
desarrollan.
Fuente: eldiario.es
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