miércoles, 4 de mayo de 2016

¿Quién puede matar un árbol?

Alguno puede pensar lo absurdo de esa pregunta, pero si que hay "personas" que son capaces de un acto semejante. Hoy nos hemos enterado de la noticia del envenenamiento con herbicidas de dos robles del valle del Jerte en Extremadura, región conocida por sus plantaciones de cerezos. En concreto son el Roble Grande de la Solana, declarado árbol singular de Extremadura, y  otro roble que se encuenra situado en el municipio de Barrado estando proyectada la solicitud, de árbol singular, para su declaración también por parte de la Junta de Extremadura.
Los "arboricidas", se han ayudado de maquinaria para perpetrar su mala acción y han conseguido su malvado propósito, ya que casi con toda seguridad los robles han muerto. Todos salimos perdiendo con esta acción que no beneficia a nadie, ni tan siquiera a los que la han realizado.
A caballo entre La Vera y el Jerte, en el que llaman Collado de Paula, se encuentra el llamado roble grande de La Solana. Un árbol singular, pero no por su grandeza, si no por su bello trazado y la historia que bajo sus ramas se ha cobijado. A la sombra del roble grande de La Solana se juntaban las cuadrillas que trabajaban en el monte para descansar, comer, planificar los tajos y realizar los pagos pertinentes. Buen lugar y a buena sombra, pues este roble tres veces centenario, crecido en mitad del bosque, mide 18 metros de alto y tiene una copa de más de 29 metros.
Una malísima noticia que coincide con las actividades medioambientales que estamos desarrollando en nuestro centro, con motivo de la visita al Botánico de la Torre del Vinagre, la próxima semana.
Nos consolaremos viendo como los árboles que plantamos el pasado curso en nuestro centro, están magníficos en esta primavera.

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