miércoles, 14 de mayo de 2014

Gracias a las plantas

Puerto de las Palomas

Ayer, llegó la actividad más esperada , de las que venimos realizando inmersas en el Programa de Educación Ambiental en la Red de Jardines Botánicos. Consistió en la visita al Jardín Botánico de la Torre del Vinagre, en el Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas.
Desde que dejamos una de las localidades que da nombre al Parque y que fue nuestra puerta de entrada, Cazorla, y entramos en el termino municipal de La Iruela, el paisaje nos fue descubriendo una abundante vegetación en la que predominan muchas de las especies propias de nuestro monte mediterráneo, sobre todo en la vertiente derecha de la carretera, tales como la encina, el durillo, la cornicabra, enebros.. .
A la izquierda se nos presenta una magnífica visión del valle de nuestro gran río "El Guadalquivir" y los campos rebosantes de es árbol monocultivo, que tenemos en nuestra tierra, el olivo.
Iniciamos así la ascensión al Puerto de las Palomas y a través de las ventanas del autobús, contemplamos algún que otro buitre leonado que buscando las corrientes de aire más calientes, planea mansamente empezando su actividad principal la búsqueda de alimento.
Comprobamos una de las amenazas que ya hace tiempo se instalaron en nuestros territorios procedentes de otras latitudes desplazando a las de aquí, las plantas invasoras, en concreto se trata del "árbol del cielo", que se expande por los márgenes de la carretera.
Pero no todo son malas noticias, en los paredones de piedra caliza de la cima del puerto, la violeta de Cazorla, uno de los endemismos del parque, nos regala su exhuberante floración color rosa y su largo espolón, incitando al único insecto que la poliniza a que se acerque a ella. Aunque la contemplaremos después en el Jardín, ya allí habrá pasado su floración.
A casi 1300 metros de altura en la cima del Puerto, realizamos la primera parada y contemplamos desde el mirador, como en la otra vertiente del valle del Guadalquivir, la presencia humana puede transformar y modificar estos bellos paisajes, en concreto es el enclave urbano de Arroyo Frío el que destaca entre la mancha verde de la vegetación. También comprobamos como poco a poco las faldas del monte que está a los pies del mirador, se va regenerando de forma natural, tras el incendio que lo desoló y los mismos restos de troncos de algunos de los pinos que lo habitaban, impiden gran parte de los procesos erosivos de esta
escarpada ladera.
De esta manera llegamos al Jardín, con el alivio de algún alumno al que las numerosas curvas del trayecto le han hecho padecer algo de mareo, que en cuanto echan pie a tierra se les pasó.
En el Jardín ya nos están esperando los técnicos que llevarán las riendas de la actividad y tras los saludos de rigor, damos buena cuenta de alguno de los bocadillos que nos acompañan y reponemos fuerzas para afrontar nuestro apretado programa.
En primer lugar y tras dividirnos en grupos, realizamos el recorrido botánico por el Jardín.
Fruto del buen hacer de los técnicos y poniendo en valor las actividades trabajadas previamente en la escuela, la mayoría del alumnado aprovecha mejor esta fase práctica para ampliar y comprobar "in situ" muchos de los conocimientos ya trabajados.
Aunque, quizás botánicamente la zona de más valor fue la de los endemismos, donde la aquilegia se nos muestra en plena floración, no faltó expectación para ver en vivo a la "atrapamoscas" y atender a las explicaciones sobre ella. Otra de las zonas que suscitaron su atención fueron las de los frutales y la huerta, ya que muchas de las plantas les eran más conocidas. También la zona acuática, donde algunos galápagos y una hermosa carpa sesteaban tranquilamente, llamaron su atención.
Con posterioridad se realizaron algunas de las actividades previstas, dentro y fuera del aula, entre las que destacamos, el taller de transformación de las plantas y el juego del naufragio.
La zona recreativa de "Los rodeos", fue el lugar elegido para almorzar y en este mayo veraniego que nos
Embalse del Tranco de Beas
acompaña, gracias a la cercanía del agua y a la vegetación que nos rodeaba, el calor no fue un desagradable compañero.
Para terminar la jornada, decidimos visitar el Parque Cinegético Collado el Almendral y contemplar desde sus miradores las magnificas vistas del que este buen año hidrográfico y su agua azul, más que un embalse "el del Tranco", lo hacen parecer un pequeño mar.
La hora de comer
Allí contemplamos un numeroso grupo de ciervas que rumiaban apaciblemente a la sombra de una encina.
Ya en el autobús y a punto de emprender el camino de regreso, un zorro hizo las delicias de los alumnos al permanecer impasivo sin asustarse y totalmente confiado, ignorando el traqueteo del motor y la algarabía de los presentes.
Sin duda y aunque turísticamente pueda resultar muy atractivo, este tipo de comportamientos poco naturales de estos animales salvajes y que desde hace un tiempo, debido sin duda a nuestras malas prácticas incitan a jabalíes, muflones, cérvidos e incluso a los desconfiados zorros a buscar nuestra compañía a cambio de una comida fácil, deberían erradicarse por el perjuicio que les causa.
Maese raposo se quería venir con nosotros
Pero aunque nuestra  jornada en el Parque terminó, esto no queda así, ahora continuaremos realizando más actividades tendentes a profundizar en el conocimiento e importancia del rico patrimonio natural que nos rodea, a través de lecturas, puestas en común. debates...
Agradecemos al personal del Botánico su labor, interés y las facilidades dadas para la realización de esta actividad.

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