En los tiempos que corren, confiar en los demás nos puede resultar cada vez más difícil. Sobre todo porque en el imaginario popular se ha asentado una identificación incorrecta: los tontos son los que se fían, los que muerden fácilmente el anzuelo, mientras que los inteligentes, los más listos, son los que desconfían, los que no se dejan engañar.
Hay una gran diferencia entre ser confiados y dejarnos engañar, una diferencia que ha sacado a colación un estudio realizado en la Universidad de Oxford. Según esta investigación de corte social, las personas que se fían más del prójimo también son más felices y saludables. Además, son más propensas a emprender nuevos proyectos y a crear grupos exitosos ya que tienen una mayor Inteligencia Emocional. El problema radica en que cuando no confías en las personas que se encuentran a tu alrededor, de una forma u otra, estas lo perciben y, a su vez, no confiarán en ti. De esta manera se crea un círculo de desconfianza e individualismo que ratifica tu visión del mundo, la visión de que todos quieren aprovecharse de ti y son antipáticos. Obviamente, no se trata de fiarse del primero que pasa pero sí de que vayas ampliando tu círculo de la confianza. Habla más con tus amigos y familiares, cuéntales qué te preocupa y cómo te sientes, verás que responden positivamente a ese acercamiento.
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