Una de las últimas producciones literarias de Miguel Hernández,
fueron cuatro cuentos breves que escribió cuando estaba preso en
Alicante, parece ser que estaban escritos en papel higiénico y están
dedicados a su hijo Manuel Miguel, su compañero de cautiverio el maestro
Eusebio Oca, los ilustró.
La siguiente animación está realizada a partir de estas ilustraciones de Eusebio Oca y narrado por Luis García Guardiola.
Una vez había un potro oscuro. Su nombre era Potro-Oscuro.
Siempre se llevaba a los niños y las niñas a la Gran Ciudad del Sueño.
Se les llevaba todas las noches,
todos los niños y las niñas querían montar sobre el Potro-Oscuro.
Una noche encontró un niño. El niño dijo:
Llévame, caballo pequeño a la Gran-Ciudad-del-Sueño!
—Monta!— dijo el Potro-Oscuro.
Montó el niño, y fueron galopando, galopando, galopando.
Pronto encontraron en el camino a una niña. La niña
dijo:
Llévame, caballo pequeño,
A la Gran-Ciudad-del-Sueño!
Montó la niña, y fueron galopando, galopando,
galopando.
Pronto encontraron en el camino un perro blanco.
El perro blanco dijo:
Guado, guado, guaguado!
A la Gran-Ciudad-del-Sueño
quiero ir montado!
—Monta!— dijeron los niños.
Montó el perro blanco, y fueron galopando,
galopando, galopando.
Pronto encontraron en el camino una gatita negra.
La gatita negra dijo:
Miaumido, miaumido, miaumido!
A la gran-Ciudad-del-Sueño
quiero ir, que ya ha oscurecido!
—Monta!— dijeron los niños y el perro blanco.
Montó la gatita negra, y fueron galopando, galopando,
galopando.
Pronto encontraron en el camino una ardilla gris.
La ardilla gris dijo:
Llévenme ustedes, por favor,
a la Gran-Ciudad-del-Sueño,
donde no hay pena ni dolor!
—Monta!— dijeron los niños, el perro blanco y la
gatita negra.
Montó la ardilla gris, y fueron galopando, galopando,
galopando.
Galopando y galopando, hicieron leguas y leguas
de camino.
Todos eran muy felices. Todos cantaban, y cantaban,
y cantaban.
El niño dijo:
Deprisa, deprisa, Potro-Oscuro! Ve más deprisa.
Pero el Potro-Oscuro no quería ir deprisa!
El Potro-Oscuro iba despacio, despacio, despacio.
Había llegado a la Gran-Ciudad-del-Sueño.
Los niños, el perro blanco, la gatita negra y la ardilla
gris estaban dormidos. Todos estaban dormidos al
llegar el Potro-Oscuro a la Gran-Ciudad-del-Sueño.
Miguel Hernández.
Siempre se llevaba a los niños y las niñas a la Gran Ciudad del Sueño.
Se les llevaba todas las noches,
todos los niños y las niñas querían montar sobre el Potro-Oscuro.
Una noche encontró un niño. El niño dijo:
Llévame, caballo pequeño a la Gran-Ciudad-del-Sueño!
—Monta!— dijo el Potro-Oscuro.
Montó el niño, y fueron galopando, galopando, galopando.
Pronto encontraron en el camino a una niña. La niña
dijo:
Llévame, caballo pequeño,
A la Gran-Ciudad-del-Sueño!
Montó la niña, y fueron galopando, galopando,
galopando.
Pronto encontraron en el camino un perro blanco.
El perro blanco dijo:
Guado, guado, guaguado!
A la Gran-Ciudad-del-Sueño
quiero ir montado!
—Monta!— dijeron los niños.
Montó el perro blanco, y fueron galopando,
galopando, galopando.
Pronto encontraron en el camino una gatita negra.
La gatita negra dijo:
Miaumido, miaumido, miaumido!
A la gran-Ciudad-del-Sueño
quiero ir, que ya ha oscurecido!
—Monta!— dijeron los niños y el perro blanco.
Montó la gatita negra, y fueron galopando, galopando,
galopando.
Pronto encontraron en el camino una ardilla gris.
La ardilla gris dijo:
Llévenme ustedes, por favor,
a la Gran-Ciudad-del-Sueño,
donde no hay pena ni dolor!
—Monta!— dijeron los niños, el perro blanco y la
gatita negra.
Montó la ardilla gris, y fueron galopando, galopando,
galopando.
Galopando y galopando, hicieron leguas y leguas
de camino.
Todos eran muy felices. Todos cantaban, y cantaban,
y cantaban.
El niño dijo:
Deprisa, deprisa, Potro-Oscuro! Ve más deprisa.
Pero el Potro-Oscuro no quería ir deprisa!
El Potro-Oscuro iba despacio, despacio, despacio.
Había llegado a la Gran-Ciudad-del-Sueño.
Los niños, el perro blanco, la gatita negra y la ardilla
gris estaban dormidos. Todos estaban dormidos al
llegar el Potro-Oscuro a la Gran-Ciudad-del-Sueño.
Miguel Hernández.
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