domingo, 28 de abril de 2013

Raquel y el buho mágico

Nos quedaba por incluir un texto de segundo ciclo de primaria, de los participantes en nuestro Certamen Literario. Incluimos el titulado "Raquel y el buho mágico" de Cristina Ramírez, que ha obtenido el primer premio de su categoria. 
Había una vez una niña llamada Raquel,
 que era una chica de nueve años, delgada, morena, guapa,
divertida, con el pelo rizado. Raquel lo que más quería
era ser una bruja buena. Un día salió de casa con
permiso de su madre a la plaza y se encontró con un
hombre delgado, pobre y con el pelo castaño liso, su
ropa sucia y su rostro manchado de grasa y barro. La
niña le dio la mitad de su bocadillo y el anciano le dijo:
“Gracias, niña toma esto” y le dio un búho de
porcelana, la niña dijo: “¿qué es esto?" ¿y para que
sirve?”, pero el viejo desapareció.
       Por la noche Raquel puso un par de cojines en la
cama y con una bufanda, un gorro, unas botas y un
chaquetón se escapó por la ventana, Raquel fue a la
fábrica de porcelana y se llevó su bandolera y dentro de
ella llevaba el búho, que le había regalado el anciano
misterioso, una navaja, una linterna, una lupa, una
libreta, unos bolígrafos, unas tabletas de chocolate, un
trozo de pan y un batido, ya que algún día que otro salía
a investigar.
       Cuando llegó allí se quitó el abrigo, la bufanda y
el gorro y se quedó en chándal. Pero había muchos
hombres vigilando. Raquel vio que había unas escaleras
libres y pasó por allí, había unas dos ó tres plantas, pero
se oyeron martillazos de la última planta, por lo que fue
corriendo al lugar para investigar lo que ocurría.
      Una vez llegada a la planta se encontró con el
anciano, éste nervioso, cuando vio a la niña, le dijo:
“¡corre niña, escóndete!”. Raquel, al oír esas palabras
se puso nerviosa y se escondió haciendo caso del
anciano.

    Raquel pudo oír como los hombres que vigilaban
la fábrica se acercaban hacia el anciano y les decía:
“¡venga viejo!", “¡hasta que no llenes estos tres sacos
de búhos de porcelana, no te dejamos libre! ¡así que,
sigue trabajando!”.
      Raquel pudo deducir que aquellos hombres que
se encontraban vigilando la fábrica, no eran vigilantes,
sino, ladrones de figuras de porcelana, para una vez
robadas, venderlas al mejor postor y ganar mucho
dinero.
       La niña, que quería asomar la cabeza para seguir
escuchando la conversación de aquellos hombres con el
anciano, sin darse cuenta, pisó una rama y los ladrones
la descubrieron, Raquel corrió y corrió, hasta llegar al
final del pasillo donde había un balcón y el búho que el
anciano le dio se convirtió en un búho de verdad, los
ladrones no se creían lo que estaban viendo, el búho
cogió a Raquel y volando la llevó hasta su casa, donde
por fin se pudo acostar tranquila y el búho volvió a
convertirse en porcelana.
       Por la mañana cuando Raquel se despertó se
encontraba en un cortijo y estaba sentada y atada a una
silla, los ladrones la habían capturado, cuando esta
estaba durmiendo.
       El anciano llenó aquella noche los tres sacos que
le habían pedido, pero faltaba un búho para llenarlos
enteros y ese búho era el de Raquel.
       Pero.....aja!!!!!!, esto no acaba aquí para Raquel,
con la navaja que tenía en la bandolera, cortó la cuerda,
consiguiendo escaparse, pero cuando ya se encontraba
en la puerta..., ésta se encontraba con un candado y no
tenía la llave, pero con un clic del suelo y la pinza de su
pelo, abrió el candado, pero los vigilantes ya llegaban.
       Corriendo, Raquel consiguió hacer un muñeco de
ella con mucha paja, que había en el establo, donde se
pudo esconder.
       Cuando llegaron los vigilantes se creyeron que el
muñeco de para era Raquel y mientras los vigilantes
hablaban, ella ideó un plan:
       -- “me subiré por esas escaleras, me tiraré
encima de ellos, para inmovilizarlos y después con la
navaja los amenazaré..., pero no les haré nada”.
       Y así fue, los ladrones quedaron inmovilizados y
se quedaron atados a un palo.
       Raquel fue corriendo a la fábrica de porcelana,
liberó al anciano y este con voz débil le dijo: “búho
mágico romper,... tu bruja...”
       Raquel apuntó lo que aquel anciano le dijo en su
libreta y se fue corriendo, con tan mala suerte de que el
búho se le cayó por las escaleras y se rompió, pero....
¿qué pasó?, cuando el búho se rompió dentro de él
había un libro y una escoba chica, cogió el libro y....
¡era un libro de hechizos!, y cogió la escoba y.... ¡era
una escoba voladora!, que se convirtió en grande al
instante, apuntó unos cuantos hechizos que le servían
contra los ladrones, y cuando los ladrones llegaron les
hizo un hechizo trasladándolos a una isla muy lejana,
convirtiéndolos en viejos.
       Y.... ¡Bumba!, así fue como volvió a su casa,
donde su madre la llenó de besos y le contó todo lo
ocurrido, pero su madre se encontraba un poco
enfadada, porque se había escapado, aunque le dio la
enhorabuena y lo celebraron.
       El anciano y Raquel, se hicieron buenos amigos,
se quedó con el libro de hechizos y la escoba y todos
fueron felices y comieron perdices.
Cristina Ramírez Quevedo. 4º curso de primaria.

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